Víctor Gutiérrez Santiago

Gay

Nací el 6 de marzo de 1991 en Madrid. Desde bien pequeño, mis padres decidieron apuntarme a natación, supongo que por aquella seguridad que da saber que tu hijo sabe nadar y que no es necesario estar continuamente pendiente de si le ocurrirá algo en la playa o la piscina. ¡Y cuanto les tengo que agradecer! Dieron en el clavo. Desde los dos años no me he separado de las piscinas.

Comencé a nadar en la antigua Ermita del Santo de Madrid, pero al cabo de unos años la cerraron por problemas económicos y me cambié entonces al Club Natación Moscardó, situado en Usera. También duré poco allí, apenas unos meses, ya que estaba lejos de casa e ir a entrenar allí cada día se hacía complicado.

El Club Natación La Latina fue mi siguiente club. Llegué con 8 años y salí con 18. Casi nada. Fue en La Latina donde descubrí mi mayor pasión: el waterpolo. Únicamente había llegado para hacer natación, como llevaba haciendo desde los dos años, pero el balón amarillo se cruzó de casualidad en mi vida y la cambió por completo.

Las competiciones de natación dieron paso a los partidos de waterpolo, y las gafas y aletas dejaron sitio al gorro y el balón. En 10 años en el club pasé por todas las categorías, incluso llegué a formar parte 3 años del equipo absoluto que compite en 1ª División Nacional.

La dedicación llegó a los 16 años, cuando ingresé en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) para cursar el bachillerato. No sólo entrenaba por las tardes, sino que también lo hacía a las 8 de la mañana con la selección de Madrid. A las 11 nos llevaban a un colegio con horarios adaptados para que las horas de entrenamiento no perjudicaran nuestra formación. Fueron dos grandes años, en los que crecí deportivamente e hice amigos que me acompañarán toda la vida. Los valores de trabajo, sacrificio y dedicación comenzaron a fluir por mis venas de manera inevitable. Acabé la selectividad y opté por cursar el doble grado de Periodismo y comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. Elegí la comunicación porque es un mundo que me fascina en todos sus sectores. Si bien el waterpolo apareció por casualidad, la comunicación no, era algo que tenía muy claro.

A los 18 también se produjo en mi vida uno de los momentos más importantes como fue el fichaje por el Real Canoe N.C, un club casi centenario y todo un histórico de la máxima categoría de competición nacional de waterpolo, la División de Honor. Pasé a ser profesional.

Desde el 2009 por tanto, soy jugador del Real Canoe, con el que he conseguido un subcampeonato de la Copa del Rey en 2013 y llegar a la selección nacional absoluta, siendo cerca de 40 veces internacional.

Actualmente continúo mi preparación universitaria en la Universidad Rey Juan Carlos. Los horarios muchas veces coinciden con los de entrenamiento y me impiden asistir con normalidad a clase, pero si hay algo que me ha enseñado el deporte, es que las victorias no las regalan y que hay que trabajar duro para conseguirlas. Como en el waterpolo, en mi formación iré encontrando obstáculos que complicarán las cosas, pero la gloria no consiste en no caer nunca, sino en levantarse cada vez que se cae.